También Alberto Núñez Feijóo tuvo que escuchar el alboroto de las protestas de la hostelería local que además de contra el Concello, iban especialmente dirigidas contra la Xunta de Galicia. El presidente intentó un tono conciliador pero evitó concretar.

Estando de visita a las obras del futuro albergue de Caritas, Feijóo fue preguntado y echó balones fuera. Poniendo de nuevo como ejemplo la villa ourensana de O Carballiño donde primero se ensayó el confinamiento perimetral con el que ahora se castiga a la hostelería de 68 concellos, el presidente dijo que alberga «la esperanza de poder, de la misma forma que hicimos en O Carballiño, en determinados ayuntamientos, en determinadas zonas, poder ser más generosos con la apertura de la hostelería, pero no podemos asegurarlo«.