Fue un diálogo de sordos, a la vista de las posiciones antípodas que traían y con las que salieron, tanto el presidente del Gobierno como el presidente de la Generalitat. Pero al menos, se sientan frente a frente y luego en torno a una mesa de negociación, aunque resulte complejo que lleguen a acuerdos.

Primeramente se reunieron Pedro Sánchez y Pere Aragonés, por espacio de dos horas, bastante más tiempo del que se preveía. «Ha merecido la pena», según valoró el presidente Pedro Sánchez.

El presidente de la Generalitat llevaba en su carpeta las exigencias de un referéndum de autodeterminación y la amnistía. Sánchez una «agenda del reencuentro» social y económica. El jefe del Ejecutivo español ha desdeñado los plazos y ultimátums que el secesionismo da a esta mesa -dos años-.  «Me parece de sentido común trabajar sin prisa pero sin pausa y sin plazos», dijo el presidente Sánchez.

Por su parte Pere Aragonés mostró cierta coincidencia con Sánchez en cuanto a desdeñar plazos. «Son más importantes las concreciones que los plazos», defendió el presidente de la Generalitat para desdeñar los acuerdos de investidura suscritos con Junts y la CUP, según los cuales ambas formaciones conceden dos años al jefe del Ejecutivo catalán para pactar con el Gobierno la celebración de un referéndum de independencia.

«Tiempo, unidad y perseverancia», recetó Aragonès, para insistir en la necesidad de abordar una negociación bilateral sin la soga al cuello.