Desde el pasado viernes, Portugal ha endurecido restricciones ante el impacto de la quinta ola del Covid. Desde el pasado 9 de julio es obligatorio en todos los hoteles y establecimientos de alojamiento en el país lusitano presentar un certificado de vacunación o bien un test de antígenos negativo.
La misma exigencia se impone también para comer o cenar en el interior de los restaurantes de los 60 municipios de más riesgo. Y durante los fines de semana y desde el viernes hasta el domingo, también se exigirá esa certificación para comer o cenar en terrazas. Los menores de 12 años están exentos de presentar los test negativos en dichos establecimientos.
El Gobierno portugués avisó que «se multará con hasta 500 euros a los huéspedes o clientes de restaurantes que no cumplan estas imposiciones y hasta 10.000 euros a los dueños de hoteles o restaurantes que lo infrinjan».
El toque de queda a las 23 horas abarca desde el pasado viernes 9 de julio, a 60 municipios lusos, 27 con riesgo muy alto, más de 240 casos por 100.000 habitantes, como Lisboa, Porto, Cascais, Sintra y Faro, y 33 con riesgo elevado, más de 120 casos por 100.000 habitantes, como Braga, Gaia, Matosinhos, Santo Tirso, Famalicão y Trofa, en la región norte del país.