En Castilla y León se ha producido un antes y un después con la entrada de Vox en un gobierno, de la mano del Partido Popular.
La formación ultraderechista ocupa la vicepresidencia y cuatro consejerías en el gabinete que preside Alfonso Fernández Mañueco quien, de este modo, es el primer dirigente del PP que abre la puerta a coaliciones con el partido de Santiago Abascal.
La propuesta de Mañueco ha salido adelante gracias al voto favorable exclusivamente de los procuradores del PP y Vox, que suman 44 apoyos. El resto de fuerzas parlamentarias han remarcado su «no rotundo» no sólo al proyecto que propone Mañueco, sino también por abrir la puerta de las instituciones a la ultraderecha. «Pagará ante la Historia por ello», le ha advertido el Luis Tudanca, jefe de la oposición y portavoz del PSOE.
Fernández Mañueco ya moduló su discurso para adaptarse a la nueva situación. Anunció la creación de una normativa «en materia de concordia como elemento de reconciliación y evitando la utilización de la historia para dividir a los españoles», en referencia a la Memoria Histórica, que quedará regulada por completo dentro de esta legislación, y ha avanzado que el futuro Gobierno regional trabajará en la redacción de una ley que luche contra la «violencia intrafamiliar», aunque sin derogar la Ley autonómica contra la Violencia de Género.
Entre los espectadores de la sesión de investidura, destacó la presencia del líder de Vox, Santiago Abascal. Y tambien se comentó la ausencia del nuevo presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijoo. La cuestión es sí el gallego asistirá a la toma de posesión de Mañueco, el martes 19.